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¿Creéis en Papa Noel? (Parte I)

Estas son fechas de reflexión, nos planteamos un resumen del año que termina y un pr

opósito para el nuevo año, reafirmar experiencias, creencias y esperanzas.

Es esta parte del año una curiosa amalgama de creencias, donde todo vale, todo se mezcla para formar un ambiente único para una buena parte de la población de este planeta, para aquellos que no es una afección religiosa, lo es económica y celebran navidad y año nuevo, de una forma más exteriorizada, que el fin de año de su cultura y de su fe, o realmente es lo que percibimos o mostramos al mundo desde el otro lado, donde quizás no interese tanto saber que hay otros años nuevos diferentes.

Lo que definimos como calendario es una sucesión de fechas religiosas para conmemorar actos y sucesos de la fe, los días de liturgia o calendas.

Así obtenemos dos formas de medir el tiempo, la astronómica ligada a las estaciones y labores o civil; y la de la fe, ligada a la religión o litúrgico.

Todos los pueblos del mundo han tratado de conciliar ambas medidas en una sola y todos los pueblos han tenido que ir modificando y adaptando sus formas de cómputo del tiempo, por lo que a día de hoy, ni los propios historiadores de las diferentes culturas, están totalmente de acuerdo con las posibles conversiones, aunque cada día se trata de precisar más estas.

Los calendarios del mundo se basan en dos movimientos celestes, los calendarios lunares y los solares, también hay algunos que utilizan ambos astros consiguiendo mayor precisión. Las divisiones de los años varían desde los 10 a los 13 meses, las correcciones tan profusas en todos ellos, tratan de fijar el calendario de la fe en el astronómico, para que coincida en más o menos las mismas fechas cada año.

El origen de cada forma de datar el tiempo es el inicio de una era en la fe del pueblo, la fecha de partida el origen del mundo o el nacimiento de su profeta.

Por ejemplo para el pueblo hebreo, la Génesis del mundo según la tradición judía fue el domingo 7 de octubre del año 3760 antes de Cristo, es decir, que este año celebraran el nuevo año 5.774 (3760+2014), año que celebraran 13,8 millones de personas en el mundo.

El Islam al igual que el pueblo Judío tiene un calendario lunar y tampoco coincide con el gregoriano, en una fecha concreta. El Islam inicia su calendario con la Hégira, la emigración del profeta de Meca a Medina el 16 de julio del año 622 después de cristo, donde dio comienzo la era musulmana. El día 4 de noviembre de 2013, correspondió al Año Nuevo 1435 de la Hégira (Al-Hiyra), día 1 del mes de Muharram, que celebraron los cerca de 1.600 millones de musulmanes.

En China en febrero de 2014 se celebrará el 4.651, año del Caballo, que celebraran 1.400 millones de personas.

Para los budistas tibetanos, el Losar o año nuevo comienza el 31 de enero celebrando el nacimiento del profeta (aunque su celebración es pre-budista y su fecha se modificó para coincidir con el calendario chino), es un calendario lunar, este año 2014 celebrarán el 2141 – año del caballo de madera, que celebrarán cerca de los 500 millones de personas.

Los 1.000 millones de hindús, cuentan con diferentes calendarios, en realidad eras, desde el origen de Brahma y Sira en el albor de los tiempos, las 4 eras hindúes abarcan 4.317.000 años, la actual 4ª era Kaliyuga, comenzó en el 3.102 antes de Cristo, por lo que su conversión al gregoriano nos daría el año 5116. Cada región de la India tiene su propio computo o eras para su calendario de festividades, pero la India utiliza el calendario gregoriano como medida de tiempo oficial.

Nuestro actual calendario gregoriano instaurado en 1582 por el Papa Gregorio XIII, en realidad es un ajuste del Calendario Juliano (calendario solar de Julio Cesar), un ajuste de 11 minutos año, que desde su implantación en el 46 antes de Cristo, había provocado un desfase en la celebración de las festividades de 10 días.

Por tanto quien realmente instauró nuestro actual cómputo civil fue Julio Cesar, que a su vez corrigió el desfase del calendario romano lunar de 304 días en 10 meses. El calendario Juliano se basó en el cómputo egipcio de 365 días y se añadió la regla de que cada 4 años se añadiese un día más al mes de febrero, Se crearon 2 meses: januarius y februarius, posteriormente se cambió el inicio romano del año en marzo (venerado a Marte padre de Rómulo y Remo, fundadores de Roma) por enero.

El calendario Juliano, también tiene un origen del año coincidente con el litúrgico a diferencia del Gregoriano, cuyo inicio no es el nacimiento de Cristo, ya que se desconoce la fecha de nacimiento. El 25 de diciembre del cómputo romano era el solsticio de invierno venerado en Roma, Grecia y Persia, entre otros. La celebración al nacimiento de Apolo o “Natalis Solis Invicti” era la festividad más popular en el imperio cuando se adoptó el cristianismo, fijándose esta fecha como su natividad, en parte para acoplar a la nueva fe y en parte para unificar las diferentes fechas expuestas durante los primeros concilios, todas ellas muy divergentes entre sí, pero coincidentes en una única cosa, no nació en invierno, se cree que la real natividad pudo ocurrir entre mayo y septiembre.

Lo que se consuma claramente es que todo el calendario litúrgico católico apostólico y romano, está ligado a la fecha de nacimiento y esta es impuesta de manera errónea, naciendo un nuevo precepto para la fe cristiana, en donde no es tan importante el cuándo de la realidad, si no la magnificencia de los hechos y el porqué.

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